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Consecuencias

Consecuencias

Una de las consecuencias más visibles a corto plazo del vertido de petróleo del Prestige fue la muerte de la fauna que dependía de la costa para sobrevivir. Miles de animales, principalmente aves y peces, se vieron afectados por la marea negra quedando bañados en crudo, al igual que la fauna de las rocas: mejillones, percebes, cangrejos, pulpos... Entre noviembre de 2002 y febrero de 2003, cerca de 128 animales marinos (delfines, ballenas, tortugas, focas y nutrias) fueron encontrados en playas gallegas sin fuerzas para moverse. En ese mismo periodo, un año antes, la cifra no llegó a la treintena. La mayoría llegaban muertos o morían al poco tiempo; muy pocos sobrevivían. En el 80% tenía restos de petróleo al llegar a la costa, ya fuera estando totalmente embadurnados de chapapote o con manchas. 

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En cifras, se generó una mortalidad de estimada de 115.000 a 230.000 aves marinas, con todos los ecosistemas marinos afectados. Se estima que fueron 63.000 las toneladas de fuel las derramadas por el Prestige, generando 170.700 toneladas de residuos. Resultaron afectados por la llegada de los vertidos del petrolero 2.980 km del litoral costero, 1.137 playas contaminadas, 450.000 m2 de superficie rocosa impregnada de chapapote y quedaron 526,3 toneladas de fuel en los fondos de la plataforma continental.

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Además de la costa gallega, también quedó muy afectado el litoral cantábrico (Asturias, Cantabria y País Vasco) y el litoral francés, afectando a 13 departamentos. Oficialmente se suspendió en Galicia la actividad pesquera y marisquera hasta el mes de mayo de 2003. Inicialmente, sólo la cuantificación certificada de los gastos ocasionados al Estado Español ascendía a 368.481.562 euros; 145 millones a la Xunta y 67 millones al Estado francés.

 

Gracias a las labores de limpieza, recogida y cuidados, el mar y la costa se recuperaron con una rapidez inesperada. Aunque los científicos reconocen que la huella del peor desastre medioambiental de la historia reciente de España todavía es difícil de precisar, la regeneración ha sido mejor de lo que inicialmente se esperaba, .

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Sin embargo, los científicos advierten que no se debe descuidar la vigilancia en el futuro pues se desconoce el estado en el que se encuentran los restos del petrolero hundido a casi 4 kilómetros de profundidad. También se desconoce la cantidad exacta de fuel que todavía queda en su interior: 700 toneladas según el Gobierno, 30 veces más según algunos investigadores. En realidad, no son más que suposiciones, pues no se ha realizado ninguna inspección desde hace trece años, en septiembre de 2007. Un año y medio antes se había detectado fuel en la superficie, por lo que el Gobierno encargó a Repsol que enviase un submarino a inspeccionar los restos y sellar posibles fugas. Desde entonces, no se ha vuelto a revisar su estado, por lo que el Gobierno solo sabría de un nuevo vertido allí si se lo comunica la Agencia Europea de Seguridad Marítima, que fotografía la zona por satélite dos o tres veces por semana.

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El juicio tardó casi 10 años en celebrarse, pero Apostolos Mangouras, capitán del Prestige, acabó siendo condenado en 2016 a dos años de cárcel por delito medioambiental, aunque el fallo corrigió la sentencia de la Audiencia Provincial de La Coruña, que en noviembre de 2013 sólo había condenado a Mangouras a nueve meses de prisión por desobediencia grave al haber tardado tres horas en aceptar el remolcado del buque. El auto final incluyó el delito contra el medio ambiente y el Supremo consideró que el condenado actuó “temerariamente y a sabiendas de que probablemente se causarían tales daños”. Sin embargo, el Alto Tribunal lo eximió de cárcel y del pago de los daños, al igual que al entonces director de la Marina Mercante (José Luis López-Sors) y al jefe de máquinas (Nikolaos Argyropoulos).

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La sentencia definitiva del Supremo sobre la responsabilidad civil derivada de la catástrofe del Prestige fija indemnizaciones por más de 2.500 millones de euros, que deben repartirse entre el Estado español y el francés, la Xunta de Galicia y 269 afectados. Una cantidad que deberán abonar la compañía aseguradora, The London Steamship Owners Mutual Insurance Association; el Fondo Internacional de Indemnización de Daños debidos a la Contaminación por Hidrocarburos (FIDAC) y subsidiariamente la propietaria del buque, Mare Shipping INC.

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Pese a que la factura roza los 2.500 millones, el seguro -según se apuntó al cierre del juicio- solo cubre mil millones de dólares -apenas 900 millones de euros-. Ahora, en pleno proceso de transición del Brexit, toca dar la batalla final en Londres, sede de la aseguradora. Esperemos que el caso Prestige no continúe a la deriva por mucho tiempo más.

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*Quiero incluír mi agradecimiento personal a Josefa Lema y José Juan Bermúdez Tajes por su colaboración en los testimonios de este terrible suceso que les tocó vivir y por el que se vieron tan afectados. 

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